Parece una obviedad, y lo es, pero también es una gran verdad. Venga va, os cuento mi vida que lo estáis deseando. No es que sea yo muy valiente, ni mega súper solidaria que te mueres (aunque sí)…
No veo el hecho de donar sangre como ir allí a que te den un bocadillo para echar el rato {aunque mira, como excusa es tan válida como cualquier otra}. Por supuesto tampoco lo percibo como algo tortuoso. Pero si os soy sincera, también es verdad que soy de las que no le da mucha cosa el personal sanitario. Bueno, ninguna cosa.
Podréis decir aquello de «eso es porque no has tenido ninguna enfermedad ni operac…». Sí, señora, sí las he tenido. Y algunas graves.
Por eso, yo entiendo a los que tienen pánico o que no quieren ni oír hablar del dentista, por ejemplo, y que enferman por pensar en agujas, de verdad. Pero, al fin y al cabo, toda esa gente está ahí para ayudarnos y hacer su trabajo, que es devolvernos la salud, de la mejor manera. Así que me dejo llevar.
¿Cómo empecé a donar?
Desde siempre mi padre ha donado sangre. Y supongo que por eso lo he visto como algo normal, nada singular. Pero por otra parte, dentro de ese costumbrismo, entendía que era algo que la gente no solía hacer, algo especial. Así, cuando tuve oportunidad, en Madrid, doné. Y aunque sí, yo también tenía mis miedos {porque las agujas me duelen}, quería hacer algo que le sirviera a los demás.
Hace poco doné de nuevo, me levanté una mañana diciendo: «Por mucho que seas barcelonesa y estés empadronada y blablabla, no te sentirás de aquí hasta que dones sangre«. ¿Veis? Cualquier chorrada es buena como excusa. ¿Qué más le dará a la Agencia Tributaria si he donado o no para decir que ahora pertenezco a esta ciudad? Pues nada. Es una chorrada como una catedral, pero me sirvió para salir de mi cama y querer mi carnet molongui de donante. ¿Veis? Otra.
Y heme aquí donando en el Hospital Clínic, junto con un montón de gente {y yo que me pensaba que estaría sola, la verdad}.
¿Cómo se dona sangre?
Tras una mini entrevista y un rapidísimo y pequeño análisis de sangre para determinar si puedes donar, sales a los 30 minutos con (casi) medio litro de sangre menos… pero con un zumito, unos ganchitos y una sonrisa de más. Y esa satisfacción por haber ayudado a gente con tu sangre no te la puede quitar nadie, lo siento.
Al poco recibí mi carnet de donante con una carta de agradecimiento. De nada. No, en serio, de nada, ya me disteis ganchitos… el carnet como oro en paño, que me mola mil.
Y al poco, otra vez, recibí un mail en el que me contaban que ponían en marcha una súper iniciativa: la primera Maratón de Donantes 2.0, convocada a través de redes sociales. ¡GENIAL!
Me dijeron: «Sabemos que no puedes donar porque hace poco que lo has hecho y has de mantener los períodos de descanso entre donaciones, pero sí puedes ayudarnos a compartir la iniciativa que es topedechuli» {más o menos fue así}. Pero eso, señoras y señores, me gustó más aún. ¿Por qué? Porque se preocuparon por mí y por mi bienestar, para donar según mis tiempos. Y eso es muy importante.
Los hombres podéis donar 4 veces al año, las mujeres solo 3 {porque ya perdemos sangre en otras circunstancias} y se han de cumplir el mínimo entre donaciones, que es de 2 meses.
Me enrollo como las persianas, pero os explicaré algo sobre la sangre:
¿Por qué donar y qué es eso de las letras ABO?
La sangre se usa en muchos casos… {Capitán Obvio al rescate, sí}. Lo digo porque siempre pensamos en operaciones graves de esas típicas de realities de urgencias médicas. Es cierto que en los accidentes de coche se necesitan muchas bolsas para realizar transfusiones, pero no hay que olvidarse de otras circunstancias que parecen menos graves o que se nos olvidan: una persona enferma de leucemia, un transplante, una cirugía complicada, un parto… Es decir, nosotros podríamos necesitar sangre, sangre que será de alguien que, de manera altruista, la haya donado días antes, amiguis.
Y esta es la putada: no todo el mundo puede recibir sangre de todo el mundo en las transfusiones… It’s not that easy.
Existen los grupos sanguíneos y, para determinarlos se clasifica la sangre mediante antígenos (A, B, AB y O) y el factor Rh (+ y -)… cosa que hace que dar y recibir sangre sea como el amor según SuperPOP: según compatibilidad.
Podéis consultar las compatibilidades en cualquier artículo dedicado a la sangre en páginas especializadas, o en la Wikipedia, que lo explica muy bien en este artículo sobre el grupo sanguíneo.
Yo soy A+ y puedo recibir sangre de mi padre, mi madre y mi hermano, por ejemplo, pero ¿y mi madre que es O+? Pues a mi madre no podríamos ayudarla y tendríamos que cruzar los dedos para que alguien majo de su grupo, que es bastante escaso, se hubiera decidido a donar. ¿Habías pensado alguna vez que esto también os puede pasar a vosotros?
¿Veis? Saber el grupo y cómo funciona esto de donar es suficientemente importante como para querer explicárselo a nuestra descendencia y grabarles la letrita con el + o el – a la chiquillada detrás de una medalla de la comunión. Paraporsi.
Por eso, como para la maratón no podía donar, pensé que hacer un dibujo bonico para que a los nenes les gustara, podría familiarizarlos con algo tan útil como donar sangre {pero vamos, que la educación hace más que mi cartel, eso sí}:
Cada vez que donamos, podemos ayudar a 3 personas. Y si donamos 3 o 4 veces al año… Pensadlo.
Podéis donar siempre que tengáis entre 18 y 65 años y peséis más de 50 quilos. Y aunque estéis tomando algún medicamento común. Y, lo mejor, para donar sangre no hace falta ir en ayunas.
Al final de la Marató de Donants que han celebrado este año en Barcelona se han hecho más de 4.000 donaciones. ¡Felicidades a los donantes y a los que habéis apoyado la causa! Seguro que en vuestras zonas también hay puntos de donación. Peeeerooo, hay que seguir haciéndolo.
¿Habéis donado alguna vez? Es una experiencia que recomiendo. Y si veis que de verdad, habiéndolo intentado, no os sentís capaces de donar, no le metáis el miedo a los peques/adolescentes de la casa. Tal vez ellos serán Ni-Nis, pero eso no les impedirá entender que donar sangre es dar vida.