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Cuestación

La verdad es que es una palabra que me gusta… es como «pedir dinero» pero en fino. Hoy me he encontrado a un chico haciendo *meta aquí la palabra del título* en la salida del metro, casi chocándose con la gente para hacerse notar. Llegaba tarde a mi casa e iba cargadísima con varias bolsas que pesaban bastante, además mi bolso tiene la cremallera rota, por lo que andaba más pendiente de él que de otra cosa y de que permaneciera cerrado entre mi codo y mis costillas. Cuando me he acercado a su altura, el chico ha dado un pequeño giro entre la muchedumbre y se me ha plantado delante. ¡PAM!

¿Conocéis aquella película en la que una jovencísima Concha Velasco (Conchita, claro) era la protagonista y vestía de cuestadora?

La canción principal de «Las chicas de la Cruz Roja» de la desaparecida Ana María Parra -que podéis escuchar aquí en Spotify– decía que las 10.000 chicas que repartían banderas y pedían dinero para la causa eran como flores que sonreían y te cantaban a cambio de una limosna.

Hoy el chico que os digo me ha mirado con mala cara por pasar muy rápido por su lado (he sido sorprendentemente más ágil que él y he hecho un quiebro para dejarlo plantado). Ha alzado la voz y ha emitido un gruñido de desaprobación entre la multitud…

No es que no quisiera dar dinero. Es que si se hubiera parecido a Conchita Velasco y, como decía Ana María Parra, hubiera sido una florecilla alegre, me hubiera sonreído -y ya no os digo si me hubiera cantado- hubiera hecho el magnánimo esfuerzo de reorganizar mis pesadas bolsas para sacar unas monedas.


Monas, como ésta, ¿no?