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Pelillos a la mar

Llega un momento en la vida en el que se da la circunstancia de tener lo necesario para poder depilarte con láser. ¿Que qué es lo necesario? Ah, pues, un poquito de tiempo, dinero y pelos. Esto es así. No voy a llamarle vello porque el vello no es necesario quitarlo.

Al principio usaba cuchilla, luego cremas, luego cuchillas, luego no iba a la playa y me cambié de ciudad, entonces me aficioné a la cera (en un centro, en casa nunca, porque soy incapaz). Pero, qué narices, requiere mucho tiempo y ganas, y hay días que no estás de humor para que estén haciéndote daño. Os lo cuento porque sé que queréis saberlo. Es de interés mundial, vamos. Total, que he decidido pasarme al láser. Y yo soy de las que tengo mucha suerte porque soy blanquita y tengo el pelo oscuro, así que es más fácil.

¿Que por qué no lo he hecho antes? Lo estuve usando una temporada, pero me tuve que cambiar de ciudad. ¡Y qué narices! ¡Es caro! «A la larga compensa, blabla». Sí, compensa, pero es caro. Seamos sinceros, no todas las/los adolescentes pueden permitírselo. Así que la solución ha sido ahorrar.

«Pero si sólo es una cuestión estética». De acuerdo, pero también de higiene, creo que hoy en día nadie lo duda, la sociedad evoluciona… y a mí me da mucha rabia tener pelos, pero a la vez soy MUY perezosa. Las técnicas de «cortar el pelo» no me gustan, me irritan la piel. La cera es muy efectiva, pero igualmente hay un día en el que mi piel está insoportable. Y, además, en ambos casos hay un proceso de espera donde llevas pelos. Todo esto lo minimizaré con el láser.

No voy a explicar técnicas y procesos en este post (ni en ninguno), sólo os cuento que estoy harta de perder el tiempo. ¡Porque se pierde el tiempo!

¡Espero que al final del proceso tenga una piernas suavecitas y sin pelos para lucir en verano (sin botas)!