Antes de nada he de decir que Natxo (mi novio, para los que no lo sepáis) se ha lesionado. Tiene una rotura fibrilar en el gemelo derecho, así es que para él ya se ha acabado la temporada (juega en el CB Morvedre, un equipo de baloncesto). ¡¡Besazos y haz reposo!!
Hoy me he despertado y desayunado con calma.
A las 11:30h. me he ido a ver la “Casa de las 7 Chimeneas”. Es una casa de ladrillo rojo cara-vista de estilo “fábrica”, que corresponde al Ministerio de Cultura que está al lado. En la plaza contigua, Plaza del Rey, he descubierto que está la agencia de publicidad “Kitchen” (o también: “La agencia de publicidad que tiene por nombre Kitchen”).
Volviendo a la Casa de las 7 Chimeneas… Resulta que las susodichas se corresponden con los 7 pecados capitales. Okendo me ha contado que (según ha escuchado en Milenio 3) hay gente que oye voces-gritos porque, por lo visto, vivía una chica allí, el amado de la cual trepó por la pared y se mató, ella consternada o se suicidó o algo y quedaron emparedados allí. Y hasta aquí puedo leer… porque no sé más. Lo investigaré.
Después me he bajado paseando hasta el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y he estado viendo las exposiciones temporales (otro día veré la colección permanente).
Me han gustado sobre todo 3.
La de Darío Villalba. Juega con las fotos y las hace en gran tamaño. Mezcla pintura con fotografía y lienzo. Mete las imágenes dentro de urnas de metacrilato y las cuelga. Además, usa mucho el tema de pacientes de manicomio que me ha parecido interesantísimo porque parece que las personas enfermas fotografiadas sean frágiles y se deban proteger dentro de las urnas…
La de Wolfgang Laib es muy conceptual. Él usa productos naturales como la cera de abeja (en forma de escalera-pirámide –hacía un fuerte olor al entrar-), el polen de diente de león (esparcido en el suelo y con un color brillantísimo), el arroz (metido en cuencos de latón) y la leche (creando una pieza sólida). Sólo había estas 4 piezas pero me ha parecido muy diferente a lo que se suele ver en un museo. Los vigilantes de la exposición deben interactuar con ellas… Por ejemplo, hay una que es una baldosa cuadrada de mármol con una pequeña e imperceptible concavidad que está rellena de leche, ésta ha de reponerse y cambiarse diariamente…
La otra expo que me ha gustado es la de Chuck Close, fotógrafo y pintor estadounidense. Hace pinturas con óleo, acuarela y otros materiales partiendo de una fotografía de un rostro en gran tamaño. Los cuadros parecen realmente fotografías y prácticamente no se ve la diferencia. Me han gustado la mayoría de retratos, pero sobre todo uno de una mujer que estaba hecho de huellas dactilares (con el dedo cargado de diferente cantidad de tinta).
Sobre las 14:30h. me he acercado a “La Central”, la librería del museo, y he comprado algunas cosas. He comido en una “kebabería” muy buena cerca del museo (ya que para comer en el restaurante del Reina Sofía debo vender una parte de mi cuerpo antes: es el de Arola).
Al acabar he ido por la Ronda de Atocha paseando. Me he acordado de que está el “Teatro Circo Price” en esa calle y me he ido a fotografiarlo. Pero mis planes (ir a ver la exposición de Tintoretto en El Prado) se han cambiado al ver que en domingo hacen sesión y que no es tan caro… Ah, y también porque ha pasado una de las actrices y me ha dicho que el espectáculo es muy bueno –qué va a decir ^^-. Así que he vuelto a casa a dejar lo que llevaba y he comprado una entrada para la representación de la tarde.
Los precios oscilan entre los 8€ y los 35€ dependiendo de la zona en la que estés. Luego he visto que el desembolso de dinero que he hecho ha estado bien porque estaba muy bien situada sin pagar el precio más alto. Además, no he visto a nadie en la zona de 8€ porque están muy arriba y el circo no se llena.
Estar allí me ha encantado porque es como un circo “de verdad” pero fijo. Al llegar, en el hall, un payaso-mozo-botones casi me da un escobazo… ¡JAJAJA! Es muy curioso ver como, alrededor del circo, dentro del recinto, hay caravanas de algunos de los actores-payasos y demás que prefieren vivir como han vivido siempre: como de paso. La actuación es lo más parecido a cómo era cuando yo iba de pequeña al circo que llegaba a Valencia… Hasta los acomodadores son hijos/as de gente del circo, son como una grandísima familia. En fin, que me lo he pasado pipa, aplaudiendo y silbando, como un a niña.
Tengo que decir que el circo es una cosa que no me gustaba mucho porque he ido todos los años de mi vida infantil y creo que tenía un poco de resquemor y sensación de tristeza y melancolía. Pero hoy me he reconciliado con él.
Al salir he visto que justo enfrente está “La Casa Encendida” y he entrado para ver una expo llamada “Pintores de Aztlán”, de artistas chicanos. Se llama así porque Aztlán es la zona que México tuvo que dar a los norteamericanos, debido a un tratado con EEUU en 1884. Aztlán lo forman lo que ahora son varios estados que hacen de frontera: Texas, Nuevo México, Nevada, Houston y varios más que no recuerdo. Muchos mexicanos tuvieron que hacerse estadounidenses para poderse quedar en su tierra y otros fueron deportados. Numerosas personas (como las que se muestran en la exposición) empezaron una “lucha” artística para hacer notar su valía y recordar sus raíces.
De ahí me he ido al metro de “Lavapies” por la calle de Valencia, que es una zona castiza madrileña ^___^.
¡A descansar!