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Frágil

Cuando se sucede una diáspora individual hay momentos de fragilidad y momentos en los que notas que la fuerza viaja por las venas, como queriendo regar todos los recovecos de tu cuerpo a través de los minúsculos capilares.

Ser frágil es, al fin y al cabo, algo positivo: caes, sí, pero aprendes a levantarte, lo que te va enseñando a recibir puñetazos de la manera menos dolorosa, a esquivar golpes, a conocerte mejor para volver a juntar lo más rápidamente posible tus piezas esparcidas por el suelo que, eso sí, son cada vez menos. Todos somos frágiles en algún momento de nuestra vida… varias veces e incluso poco espaciadas.

Soy frágil. Mucho. Lo que convierte en una persona muy fuerte.

La vida está llena de contradicciones. Esta ciudad también las tiene. Ésta y cualquiera, claro. Sólo que yo estoy en ésta.

Solía irme lo más lejos posible para volver paseando y tener el tiempo suficiente para disfrutar y engañar al reloj.

Esta vez fue el reloj el que me engañó y me pasé la noche despierta, herida y frágil, así que, después de llegar a casa esa noche, dejé por un tiempo de ir lejos para volver paseando.

Es increíble lo que se aprende estando sola. Por ejemplo que se puede ser frágil y fuerte a la vez porque no son antónimos.